Tras bambalinas en un restaurant.
Es fácil intuir que las diferencias entre la cocina de casa y la de un restaurant son grandes. En una
cocina profesional el equipamiento, los tiempos, las técnicas, la organización y el trabajo en equipo hacen que parezca un mundo totalmente distinto.
Un mes atrás tuvimos la oportunidad de entrar en ese mundo por un día. Todo sucedió gracias a Fabrizio, el manager del restaurant, que lanzó la invitación a través del foro de
Coquinaria. El lugar,
Hamburgo, en el restaurant Da Caio del hotel
The George, un hotel de diseño muy bien ambientado, ubicado en el barrio de St. George. El tema, la cocina casera tradicional italiana; el título de la cena:
A cena dalla mamma. Nosotros nos colamos haciendo de ayudantes
delle mamme italiane, visto que no somos ni mamma, ni italianos. :D El menú, de
cinco platos con aperitivo, plato de antipasto, de pastas, de pescado, de carne, de postres y buffet de dulces. Un festín, se los puedo asegurar.
Fue una experiencia única. Por un lado tuve el gusto de reencontrar a mis amigos y conocer a otros, cocinar junto a ellos y aprender siempre más. Luego pudimos observar, a la hora de la cena, el movimiento y la interacción del equipo de cocina: los chef y ayudantes, con los camareros, sin olvidar a los fundamentales lavaplatos. Platos que salían, campanitas que sonaban, platos que volvían, pedidos que entraban, chorros de agua en acción, y de nuevo, sin parar, platos saliendo... Movimientos casi coreográficos. Hay que estar ahí para entender toda la energía que se necesita para ese trabajo.
Desde el inicio nos sorprendió la disponibilidad, tranquilidad y paciencia, no obstante la invasión de once personas en
su cocina, con que nos recibieron los chef. El grueso del grupo llegó el jueves, nosotros recién el viernes. Y desde ese momento fue un continuo cocinar y preparar distintos platos para el sábado, subiendo y bajando entre el sótano, donde teníamos más lugar, y la cocina. Dos días enteros de preparación hasta que llegó el momento esperado. De ahí en más se hicieron cargo del emplatado y presentación los profesionales.
Antes de que comenzase formalmente el aperitivo, y a tarea concluída en la cocina por parte nuestra, llegó el momento de relajarse y tomar un aperitivo nosotros. ;)
Después ya acomodaron las bandejas para el aperitivo en el bar, coloridas como esta de pinzimonio:
Y más tarde se comenzó a servir la cena. Claro que tenemos
fotos de los platos y más. Pero la fotógrafa oficial, Priscilla, hizo un estupendo trabajo
documentando todo con su máquina.
Me encantó la preocupación de Connie, encargada de las reservas, por describirnos el buen ambiente de la sala mientras esperábamos en la cocina. Y cómo los camareros como Dennis tenían tiempo, entre corridas, para bromear con nosotros. Seguramente era el buen ambiente de la cocina que se transmitía a la sala. Por supuesto hubo momentos de tensión, pero no voló ninguna olla, ni plato, ni cuchillo. Siempre es necesario un poco de adrenalina para un buen arranque!
Naturalmente, esperábamos con ansia ver lo que volvía en los platos. La acogida fue realmente buena, casi no había restos de un menú que era más que abundante.
Finalizada la cena se salió a la sala para saludar a los comensales...
Las
recetas del evento espero algún día poder probarlas todas. Ya he hecho el
vitello tonnato la semana pasada, en mi versión de la receta. Pero tengo especial interés en preparar
le peschine de Alfonsina, duraznitos para los que necesito Alchermes,
zaeti de Priscilla, los
tortini con cuore di amaretto y los
culurzones ogliastrini... Los culurzones son una pasta sarda que necesitan todo un capítulo aparte. Afortunadamente tengo un video para no olvidarme y poder practicar la
forma de cerrarlos en espiga, donde se ven las manos de mis maestras Teresina y Mariantonietta.
El domingo, ya libres, pudimos pasear un poco por Hamburgo. Una ciudad hermosa que incluso nos regaló un par de horas de sol y a la que deseo volver pronto, para disfrutar con más tiempo.
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