Desde la clandestinidad
Cuando era chica el ajo no estaba entre los ingredientes usuales de nuestras comidas. A mamá le caía realmente indigesto. No era una cuestión sólo de gustos, nada más lejos de eso; le gustaba, pero simplemente no lo podía comer, su estómago no lo toleraba. Había algunas pocas excepciones, como la
bagna caoda que preparaba Beba, la esposa de un amigo de papá. Cuál era su secreto para que tuviera el sabor y la personalidad del ajo, pero que no fuera agresiva en sus efectos posteriores? Quizás asaba el ajo... como en esta sopa. Ah, esos detalles que no siempre se cuentan!
Hace tiempo que teníamos ganas de preparar una sopa de ajo. Las recetas las buscó y estudió
Robbie. Después la preparamos entre los dos. Habíamos comprado unos hermosos ajos de Lautrec, con su piel ligeramente rosada, había que darles un buen fin.
Esta es una sopa con carácter, pero es además una
sopa clandestina. Sí, porque cuando fuimos a hacer los trámites para mi residencia acá, nos desayunamos con que yo estaba
ilegal en estas tierras, porque había pasado más de 90 días en el último medio año acá. Cosa que a nosotros nos parece de lo más normal, porque queremos estar juntos. No nos hubiésemos tomado la
molestia de casarnos si no, vió? Pero para quien nos atendió, era un crimen tan espantoso que yo tenía que abandonar el país... a más tardar en 4 días, justo el día del cumpleaños de Robbie. Y nosotros: bueno, mire, yo tengo ya pasaje para dentro de unos 15 días hacia Argentina, mi papá cumple 80 años y queremos estar allá con él... Nada, si por él fuese me tenía que ir de inmediato. Y muy irritado llamó a la policía! Parecía que vivíamos una pesadilla, pero fue bien real. Llegaron dos policías, que nos vieron con cara de conejitos asustados y se compadecieron de nosotros. Al punto que uno después nos decía (el otro ante la ausencia de peligro se había ido):
"In Friedenszeiten ersetzt die Verwaltung den Feind". Algo que les enseñaban en la academia: en tiempos de paz hay que luchar contra la administración... La sempiterna y ubicua burocracia.
En fin, para hacer la historia breve, todavía estoy acá, pero sólo porque
buscamos un abogado. He pensado cantidad de veces en los que no pueden darse el lujo. Pasamos una semana sin dormir y sin comer, y cuando comenzamos a dormir eran todas pesadillas, algo completamente innecesario. Todavía tengo que hacer todo el tramiterío desde Argentina. Y nosotros lo único que queremos es que nos dejen vivir juntos en paz!
La foto la tomamos para
Maite, sopera mayor del reino, aunque no salió una maravilla. Me levanté a las apuradas de la mesa, a mitad del tazón, para buscar la máquina. :D Por lo menos así dejamos registrada una buena sopa para calentar el alma y levantar los ánimos. Y después, que se acerque
sólo quien nos quiere. ;)
SOPA DE AJO Y PIÑONES
Ingredientes
aceite de oliva (a falta de manteca)
un echalote
medio litro de caldo
200 ml crema de leche
una cabeza de ajo, asada y hecha puré
pan rallado
sal, pimienta
piñones tostados
Preparación
Dorar el echalote picado en un poco de aceite. Agregar el caldo y la crema, dejar hervir unos 10 minutos. Salar y pimentar. Agregar el ajo, y un par de puñados de pan rallado. Cocinar por lo menos unos 5 minutos más. Tostar los piñones. Servir la sopa con los piñones y una rebanada de pan casero (en este caso fue
pan con papas)
El ajo lo asé entero, en el horno fuerte, unos 20 minutos más o menos. Luego lo pelé y lo pasé por el prensa ajos. Lo dejé en la heladera, bien cubierto con film (la película en contacto con la pasta de ajo). Una forma un poquito más delicada de asarlo hubiese sido envolviéndolo en aluminio previo rociarlo un poco con aceite.
La próxima vez sólo disminuiría un poquito la crema.
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