Años atrás, cuando mis amigos en el
hemisferio norte empezaban a tocar
temas navideños alrededor de estas fechas yo pensaba "qué exagerados, si todavía falta rato!". Pasando el tiempo uno se da cuenta que todo cambia o todo depende del cristal con que se mire, o de cuanto abrigo se lleve puesto. En Córdoba ya empezaron los días con 37°C y, estando allá, se hace difícil pensar en las celebraciones de fin de año, que gastronómicamente siempre han estado un poco desfasadas en cuanto a calorías y tipo de alimentos. Pero ahora entiendo, sí, acá ya se pueden sentir las fiestas que se aproximan rápidamente, demasiado rápido. No es sólo por la aparición de los clásicos de Navidad en todos los supermercados, calendarios de Adviento, chocolates,
Spekulatius,
Lebkuchen y más. Después de un par de semanas de un colorido otoño, ya hemos tenido que guardar las plantas de la terraza para protegerlas, y los árboles alrededor ya han quedado casi completamente desnudos. Curioso, porque todavía hay manchas verdes aquí y allá, a pesar de las heladas. Las ramas expuestas, y las chimeneas humeantes ya son señal de lo inevitable: es hora de empezar a hornear galletas. :D
El año pasado, junto con los
Springerle, prepararmos un surtido de galletas para regalar. Con el advenimiento de nuestra pequeña catástrofe antinatural, se nos fue el tiempo en otras cosas y me olvidé de publicar el resto de las galletitas. Por suerte habíamos tomado
nota detallada de las recetas, así como las hicimos, y las fotos están ordenadas (no gracias a mí, obviamente :D ) para recuperarlas fácilmente.
Una de las recetas clásicas de la
tradición suizo-alemana, encantadoramente simple y a la vez adorablemente multifacética, es la de los
Mailänderli. Me basé en la
receta de Robert, aunque hice pequeñas modificaciones. Reduje el azúcar, cuándo no, y reemplacé parte de la harina por fécula (pensando en la textura de los
alfajores de maicena). En principio es una masa frolla (2:1:1 de harina, azúcar, manteca), que sí se conoce en Milán, al contrario de lo que dice Wikipedia (se despachan con cada cosa a veces). Claro, no se conocen como galletitas de Milán, pero son los
frollini que se preparan a lo largo y a lo ancho de Italia y no sólo.
Lo entretenido es variar la forma de los cortantes, glacear en distintos colores, decorar con azúcar, perlitas plateadas, etc... Aunque los
Mailänderli clásicos vayan sólo pintados con huevo.
MAILÄNDERLI
Ingredientes
125g manteca
100g azúcar
1 cdta. ron o cognac
ralladura de limón
37g huevo (1/2 huevo grande o dos yemas)
pizca de sal
200g harina 0000
50g almidón de maíz
huevo, leche, sal, para pintar
(azúcar impalpable y jugo de limón o de limette para glasear)
Preparación
Batir la manteca con el azúcar, hasta que quede una crema suave. Agregar los perfumes, y el huevo. Incorporar las harinas previamente tamizadas. No amasar, trabajar como una masa quebrada o frolla, con la palma de la mano extendiendo la masa para que quede homogénea.
Envolver en película plástica y llevar a la heladera por al menos una hora. Estirar la masa, sobre mesada ligeramente enharinada, del espesor deseado. Para mí está bien de unos 5-6 mm de espesor. Hay quien prefiere estirarla más, hay quien las prefiere más gruesitas. Desempolvar la colección de cortantes y dar lugar a la imaginación. Las clásicas van simplemente pintadas con huevo batido con una pizca de sal y un chorrito de leche o crema. Pero esta receta se presta bien también a decorar con glacé, como hicimos con unas estrellas, o con azúcar en granos, perlitas plateadas, granas de chocolate...
Colocar las galletitas sobre una placa cubierta con papel para horno. Si es posible enfriarlas antes de cocinar. Pintar con huevo o decorar. Hornear a 170-180°C hasta que estén ligeramente doradas.
Etiquetas: Alemania, Galletas, Navidad, Repostería